domingo, 14 de agosto de 2011

From Canfranc... 12-8-2011...Pierre and Adrián...

                Por la mañana continuamos nuestro trabajo en los viveros, comenzando con la tala de árboles que impedían el acceso a las terrazas superiores. Ya estamos terminando de limpiar la quinta terraza. El trabajo de reconstrucción del muro también prosigue a buen ritmo, gracias al cual estamos aprendiendo el método de construcción de piedra seca. Nuestro capataz José ya ha empezado a usar la sierra eléctrica, ayudándonos bastante con los árboles que, con las herramientas de que disponemos (hacha, sierra de mano), no podríamos sacar. El aumento del tamaño del montón de hierbas está demostrando que de momento estamos realizando un trabajo intensivo, ayudado sobre todo por el buen ambiente que existe en el grupo y dejando a José satisfecho. La limpieza en los búnkeres está siendo también sensacional y se espera que en el próximo día de trabajo se pueda terminar por fin su limpieza. Esta vez Pedro y Ángela, a los que les tocó la tarea en los búnkeres, pudieron saborear los exquisitos sándwiches preparados por Caroline y Peyo.

                At 16h30 we left for a new activity: CLIMBING! Our two great monitors, very skilled and experienced in this task, took us to a cliff were twenty beginners would be able to reach for the top, destroying their fingers. Dabid and Juanma opened two ways on the mountain flank, allowing us to follow the steps more easily. One of the routes was complicated because of the lack of holds, and the other one, even being longer, was easier. We stayed for 3 hours and 30 minutes and almost everyone of us could climb. Dressed with a helmet and a harness, Pierre and Caroline were the first ones who tried the adventure. Everybody could see that this activity was very physical and by the time of leaving we were all exhausted, but the day didn’t finish there…

                Malgré nos courbatures et nos membres fatigués, nous pûmes  découvrir les joies des fêtes de Canfranc. Après le repas offert par Antonio, nous nous essayâmes aux danses latines en tâchant de suivre le rythme effréné imposé par Camille et Caroline. Nous n’abusâmes toutefois pas de l’horaire, gardant en tête que nous avions une promenade au programme du lendemain: la majorité d’entre nous s’en furent rejoindre leur lit à deux heures et les plus festifs étaient dans leurs draps vers trois heures.


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